Santuario de la Esperanza en Calasparra
Fundación del Santuario de la Esperanza
La Fundación Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza fue erigida canónicamente por el Excmo. y Rvdmo. señor Obispo de Cartagena, como fundación religioso-privada de la Iglesia Católica en 1.989, e inscrita en el Registo de Fundaciones Canónicas del Ministerio de Justicia del Reino de España con el número 74-SE/F (de fecha 23-5-1990).
Desde entonces, se rige por los correspondientes Estatutos canónicos, erigidos por el señor Obispo de Cartagena al efecto, y en la actualidad están en proceso de estudio para su ulterior Reforma, si procede. Los Estatutos son su norma básica, su «constitución».
La Fundación se encarga de todo lo relacionado con el Culto Católico a Nuestra Señora en el Santuario, con el gobierno y administración del mismo, así como en cumplir, en la medida de sus posibilidades, con los fines universales de la Iglesia Católica (artículo 6 de los Estatutos).
Actualmente, la Fundación está hermanada con la Asociación de Mayordomos de la Purísima Concepción de Yecla (Murcia) -desde 1.998-, y con la Real e Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza de Cieza (Murcia), desde el 25 de octubre de 2008, Año Santo Jubilar de la Esperanza.
Gracias a la creación de la Fundación, el Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza ha conseguido tener una entidad propia y sólida en la sociedad, como demuestra su elevado nivel de visitas (es el tercero de toda España en número de Peregrinos al año, más de un millón), la Coronación Canónica de las Sagradas Imágenes de Nuestra Señora (en 1.996), y el Año Santo Jubilar de la Esperanza 2.008, concedido directamente por Su Santidad el Papa Benedicto XVI, a petición del señor Obispo de Cartagena y de la Fundación referida.
Edad Media y Edad Moderna
Apenas unos kilómetros río abajo, esta vez en el margen opuesto, se halla un notable yacimiento ibérico con el sugerente nombre del Terratremo que aún dentro de su deterioro muestra una gran cantidad de cerámica. En la parte opuesta se halla, el aún conocido paraje del Olivarejo, que se documenta desde el siglo XVII.
El viajero que llega por vez primera al Santuario puede pensar que es larga la distancia que lo separa de Calasparra y tendría razón si sus primeros visitantes hubieran utilizado la cuidada carretera que a él nos conduce ahora. Pronto alguien del lugar le dirá que existe el atajo y que están las «Escarigüelas» y que aún existe una vía, probablemente la más antigua y utilizada, la que a través de la Villa Vieja y el Olivarejo, aguas arriba del río Segura, te conduce al pie de la gran cueva, antiguamente por una senda, hoy por una, carretera que va a desembocar en la gran explanada destinada a los aparcamientos de vehículos.
Debemos tener presente que la Calasparra musulmana se situaba en el paraje de la Villa Vieja a una distancia muy cercana del mencionado Olivarejo y del Terratremo, y que por caminos de herradura te conducirían en muy poco tiempo hasta allí.
Carta de Población de Calasparra 1412-14
Tras la ocupación castellana a mediados del siglo XIII, la cual se consolida a raíz de la donación a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en 1.289, el emplazamiento de Calasparra es trasladado al actual, aprovechando y mejorando la fortificación musulmana que ya existía.
Se suceden años de inestabilidad, pues Calasparra es tierra sometida a frecuentes razzias de los vecinos granadinos. La Villa Vieja es abandonada e igual suerte corren los asentamientos próximos a ella, pero sólo será mientras dura esa situación, pues la riqueza que aporta la vega del Segura no puede ser olvidada tras tantos siglos de ser disfrutada.
«Escarigüelas»
Con la Ordenanza de Población de Calasparra de principios del siglo XV (1.412 -14) se pretende animar a ciertas familias a que vengan a vivir a estos lugares, ya que era la mejor forma de consolidar un territorio que se veía amenazado por las frecuentes incursiones del reino vecino. Por ello, esta iniciativa de la Orden de San Juan, es suficientemente atractiva y compensadora para los más aventureros, siendo cincuenta los nuevos vecinos que vendrán a tener su morada aquí. Aún se mantendrá esa situación de inestabilidad hasta que no se produce la caída del reino musulmán de Granada a finales del siglo XV.
A partir de la pacificación de la zona se abren nuevos horizontes para el desarrollo de la Villa y de su término, volviendo a ser ocupados y mejorados parajes a los que la situación anterior impidió llevar un desenvolvimiento normal de las actividades agrícolas y ganaderas.
El mencionado cambio de situación, propicia la vuelta a la regularidad en todos los aspectos, recuperándose entre otros el de tipo religioso.
Se da durante el siglo XVI un movimiento generalizado de fervor religioso. En 1.586 no aparecen todavía noticia alguna sobre la ermita del actual Santuario de la Virgen de la Esperanza. Si se mencionan otras como las de San Sebastian y la Concepción y en 1.589 también se menciona la ermita de San Jose, junto al Castillo. Finalizado el siglo XVI, en 1.591, tenemos noticia de que la ermita de San Miguel ha sido reparada. Esta se encuentra en lo más alto de la sierra del mismo nombre y que ha sido rehabilitada y reinaugurada en septiembre de 2.002 tras tres siglos de abandono.
Las noticias más fiables sobre las ermitas de Calasparra las encontramos en la visitación de 1.609 en la que aparece por primera vez nuestro Santuario, aunque bajo la advocación de Ermita de la Fuensanta. De forma periódica se nombraban visitadores generales, elección que recaía en comendadores que eran ajenos a la encomienda a visitar para asegurar su ecuanimidad.
Las visitas tenían una periodicidad aproximada de cuatro años y durante varias semanas hacian visita de «oxos» comprobando el estado en que se encontraban todos los bienes de la encomienda. Para ello se partía de las notificaciones de la anterior visita y se daban las oportunas recomendaciones o preceptos, tanto al comendador, como al prior y vicario, para mejorar las deficiencias halladas.
De todo ello se levantaba acta notarial y se hacían dos copias, una para Consuegra y la otra para la isla de Malta en donde residía el Gran Prior.
La referida visitación de 1.609 la llevan a cabo Don Fernando Aragonés de la Cuba, caballero del hábito del Señor San Juan y el Licenciado Frey Mateo Lozano, siendo comendador don Gerónimo Pimentel y Prior y Vicario el licenciado Alonso Benítez de Munera, personaje de vital importancia en nuestro relato, ya que será él el fundador de 10 que hoy conocemos como el Santuario de la Virgen de la Esperanza.
La visita no sólo se reduce al término de Calasparra, sino que una vez acabada ésta, se dirigirán a Archena y finalmente a la Dehesa de Cortes de Alcaraz que se encuentra en Albacete. El santuario de la Virgen de Cortes dependerá de Calasparra durante varios siglos, sucediéndose numerosos pleitos por lograr su emancipación de la Orden de San Juan.
Iniciada la visita el 10 de Abril de 1.609 tendrá su fin el día 25 del mismo mes. Van los visitadores recorriendo las propiedades de la encomienda, empezando por la iglesia parroquial con su Santísimo Sacramento, pila de bautismo, óleos, altares, libros, la plata y los ornamentos, el cuerpo de la iglesia, los testamentos, capellanías y aniversarios.
Después se trasladan a la ermita de San Sebastián y a la de Ntra. Sra. de la Concepción, así como a la de los Santos Mártires que se encontraba en su tiempo dentro de la Villa, en la puerta de su nombre, ocupando el mismo lugar que hoy, que era la salida hacia la Mancha. Son los Santos Abdón y Senén patronos de Calasparra.
El día 21 de Abril proceden a las visitas de la ermitas más alejadas de la Villa, la de San Miguel y la de la Fuensanta, siendo éste el momento en el aparece por primera vez citada la que vendrá a ser nuestro Santuario de hoy. Dice así:
«Y después de lo susodicho en la dicha villa de Calasparra a veintiún días del mes de abril del dicho año Los dichos señores visitadores xenerales bissitaron y vieron por vista de oxos la ermita del señor san miguel que por devoción de pedro Hernan- del vecino de este villa se fundo la cual tiene necesidad de que se reteje el tejado…»
Fundación de la Ermita por el Ldo. Benitez de Munera
«Y en dicho dia visitaron y vieron por vista de oxos la ermita de nuestra señora de la Fuensanta la qual fundo he hizo por devocion el licenciado benitez de Munera prior y vicario de esta villa la cual esta con mucha decencia y devocion y esta bi~ reparada. «
No se ha hallado de momento la fecha exacta de la fundación de la ermita pero puede deducirse en un entorno relativamente corto, si se tiene en cuenta que el fundador es nombrado prior y vicario de la encomienda de Calasparra el 25 de Junio del año 1.602. Por tanto debió tener lugar en el espacio de los siete años que separa su nombramiento de la visitación de Abril de 1.609.
Lo que sí parece claro es que a partir de 1.617 la imagen que ya existía en la cueva se le añade la de Dª. Juana Sánchez y que coincide en sus características, como imagen de vestir, con la que hoy se encuentra en el Santuario y que es dotada por la mencionada señora de vestidos.
Pese a que como acaba de verse ya existía la doble nominación de Fuensanta y Esperanza, la mayoría de las citas halladas prefieren en un principio la primera advocación, si se trata de documentos relativos a la Orden, siendo indistinta como podemos apreciar en el caso de los testamentos de Diego López Pascual del 25 de Junio de 1.622 que expresa el deseo de que se diga una misa por su ánima en la ermita de la Esperanza; el de Catalina Hervás que deja distintas cantidades de dinero a las ermitas de San Sebastián, los Santos Abdón y Senén, San Miguel y a la de la Fuensanta ocho reales; o el de Fernando Hervás, de Octubre de 1.626, que especifica: dos ducados a la Iglesia Mayor del Señor San Pedro, once reales para las obras de la ermita de la «Concebicion», que en este tiempo se está transformando en Convento mercedario, cuatro reales a la del Señor San Sebastián, tres ducados a los Santos Mártires, cuatro reales a la del Señor San Miguel e incluso cuatro maravedíes a cada uno de los bacines que pedían limosna en las puertas, con lo que demuestra evidentes preferencias, bien fuera por su devoción o por las necesidades que presentara cada una de ellas en su momento, pero a la de la Fuensanta o Esperanza no deja nada.
«Y en dicho dia visitaron y vieron por vista de oxos la ermita de nuestra señora de la Fuensanta la qual fundo he hizo por devocion el licenciado benitez de Munera prior y vicario de esta villa la cual esta con mucha decencia y devocion y esta bi~ reparada. «
No se ha hallado de momento la fecha exacta de la fundación de la ermita pero puede deducirse en un entorno relativamente corto, si se tiene en cuenta que el fundador es nombrado prior y vicario de la encomienda de Calasparra el 25 de Junio del año 1.602. Por tanto debió tener lugar en el espacio de los siete años que separa su nombramiento de la visitación de Abril de 1.609.
Lo que sí parece claro es que a partir de 1.617 la imagen que ya existía en la cueva se le añade la de Dª. Juana Sánchez y que coincide en sus características, como imagen de vestir, con la que hoy se encuentra en el Santuario y que es dotada por la mencionada señora de vestidos.
Pese a que como acaba de verse ya existía la doble nominación de Fuensanta y Esperanza, la mayoría de las citas halladas prefieren en un principio la primera advocación, si se trata de documentos relativos a la Orden, siendo indistinta como podemos apreciar en el caso de los testamentos de Diego López Pascual del 25 de Junio de 1.622 que expresa el deseo de que se diga una misa por su ánima en la ermita de la Esperanza; el de Catalina Hervás que deja distintas cantidades de dinero a las ermitas de San Sebastián, los Santos Abdón y Senén, San Miguel y a la de la Fuensanta ocho reales; o el de Fernando Hervás, de Octubre de 1.626, que especifica: dos ducados a la Iglesia Mayor del Señor San Pedro, once reales para las obras de la ermita de la «Concebicion», que en este tiempo se está transformando en Convento mercedario, cuatro reales a la del Señor San Sebastián, tres ducados a los Santos Mártires, cuatro reales a la del Señor San Miguel e incluso cuatro maravedíes a cada uno de los bacines que pedían limosna en las puertas, con lo que demuestra evidentes preferencias, bien fuera por su devoción o por las necesidades que presentara cada una de ellas en su momento, pero a la de la Fuensanta o Esperanza no deja nada.
No debe extrañamos que aparezca como pariente pobre nuestro Santuario ya que sus necesidades, en aquellos tiempos, eran notablemente inferiores a las demás ermitas que requerían obras de mantenimiento frecuentes, especialmente en sus tejados. Así lo expresan los visitadores generales en 1.680:
«Y asi mismo pasaron sus mercedes a la hermita de la esperanza la qual hallaron bien reparada y sin necesidad de texado por causa ques una gruta con suficiente dentro que el techo que cubre la misma y estancia donde esta nuestra señora es un peñasco muy grande».
Con esa doble advocación se mantiene aún en 1.643, dato extraído de los Apeos que la Orden manda llevar a cabo en la encomienda y que venían a ser como un inventario pormenorizado del patrimonio de la Orden en un momento concreto.
Pero a finales del XVIII se va prefiriendo nombrarla como de la Esperanza, tal como aparece en un curioso pleito de un vecino de Moratalla contra su ermitaño. En 1.706 se visita la ermita y a mediados del siglo, 1750, una interesente descripción de la ermita que hace el Padre Franciscano Fray Ortega, que dice así:
» A una legua de Calasparra existe otra ermita donde se venera una Imagen de Ntra. Sra. con titulo de la Esperanza, a donde concurren gentios muy numerosos de todos los lugares comarcanos, en la que se admira un conato y esfuerzo de la naturaleza, que dudo se halle semejante, no solo en nuestra peninsula, pero si en todo lo descubierto. Es un concavo o cueva bajo de un risco, en las entrañas del monte tan capaz que con la ayuda del arte han formado y dispuesto en la tal cueva una iglesia.
En punto de la Santa Imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza solo hay que decir de su aparecimiento y circunstancias, que se fundan en tradiciones y son estas varias que no se sabe por lo antiguas. Pero en lo que no hay duda es en lo milagrosa que se manifiesta la gran reina de los Cielos y Tierra, por medio de esta santa imagen como tambien la gran concurrencia a esta maravillosa ermita, no solo de los comarcanos pueblos, sino tambien de otros mas distantes».
Será el siglo XVIII decisivo para la potenciación del Santuario. La fe en la Virgen de la Esperanza aumenta de forma espectacular. Es muy significativo que en la anterior visita sea la primera nombrada e inspeccionada, incluso por delante de la de los Santos Mártires, la cual se hallaba en obras de fábrica, por lo que sus imágenes se encontraban depositadas en la Iglesia Parroquial, pero el inventario de los bienes de una y otras ermitas, que ya se nombra aquí como Santuario, es muchísimo más abundante y rico.
El pueblo de Calasparra le atribuye acciones milagrosas y a ella acuden cuando la sequía amenaza sus cosechas. Son frecuentes las rogativas que se le hacen y es el Ayuntamiento en pleno el que acuerda su traída.
El 7 de Abril de 1.722 el Ayuntamiento decreta que sea traída la Virgen al pueblo para que «mediando su soberana proteccion, depregue a su preciosisimo hijo, se digne a mirar a este Pueblo«.
El 14 de Mayo de 1.746 permanece en la Villa de Calasparra durante quince días, los nueve primeros de rogativa y los seis restantes de gracias por el beneficio obtenido. Fue nombrado por el Concejo como Comisario Depositario Don Joseph Maria Garay. En la mayoría de las rogativas se encuentra la Virgen de la Esperanza acompañada de las imágenes de los Santos Mártires Abdón y Senén, que son Patronos de la Villa desde tiempo inmemorial, tal como consta en el Libro de Actas Capitulares de 1.786.
Edad Contemporánea
Mal se inicia el siglo XIX en Calasparra, pues son dos las ocasiones en las que se solicita la intervención de la Virgen de la Esperanza en demanda de lluvias, debido a una pertinaz y empobrecedora sequía que asolaba el Municipio.
Por todos es sabido que la Santísima Virgen de la Esperanza es Patrona de Calasparra, y que tal nombramiento ha tenido lugar en dos ocasiones como mínimo, una a mediados del siglo XX, (17/05/1952), por desconocerse que ya lo era desde 1.840, por nombramiento del Prior y Vicario de la Encomienda de Calasparra y Archena, Don Francisco Xavier López, el cual falleció el 17 de septiembre de 1.848, siendo enterrado en la Iglesia parroquial de San Pedro.
Decíamos como mínimo porque parece muy lógico pensar que la devoción que se le prestaba ya en el siglo XVIII tendría que desembocar en un nombramiento del cual, lamentablemente no tenemos documentación. En todo caso habría que buscarlo entre el 27 de abril de 1.786, en el que no es citada como Patrona y el 2 de enero de 1.818, documento en el cual ya es nominada como Patrona de Calasparra.
Nos narra el Sr. Rosique, el cual lo recoge de la publicación del Sr. Armand, que existió en el presbiterio de la Iglesia Parroquial de San Pedro un antiquísimo cuadro de nogal que rescató del olvido el citado Prior en el que se plasma la escena de la aparición de la Virgen y que por desgracia, no ha llegado a nosotros. No se tienen datos sobre el periodo de desamortizaciones. En 1.818 el Concejo asume el papel de administrador y custudio del Santuario tras la desaparición de la Orden de Malta por la invasión francesa, «Estableciendo limosnas para la Virgen de la Esperanza».
Durante el siglo XIX las visitas que la Virgen de la Esperanza hace a Calasparra son de tipo coyuntural, siendo los fieles los que se desplazan a su Santuario para solicitar sus favores, teniendo que adentrarnos en el siglo XX para que hallemos instituida la costumbre de la traída y estancia de la Virgen durante el mes de mayo.
En 1.965 a petición del Párroco de San Pedro Apóstol, se acordó que viniese la Virgen una semana extra antes de Navidad para preparar y presidir el Nacimiento de su Hijo, devolviéndose a su cueva el día 26, quedando modificada también la fecha de su llegada para el mes de las flores, que sería en lo sucesivo el primero de mayo y su regreso el primer domingo de junio, como siempre.
Es muy probable que la mayores transformaciones de la ermita se llevaran a cabo entre los años 1.888 y 1.892, según nos describe el Sr. Armand: «Los mayordomos que transformaron la Cueva fueron D. Sebastián Guillén y Guillén, D. Sebastián Hervás Guillén, D. José Velázquez Guillén y D. Eulalio Ruiz Soler, de los cuales sólo el último vive cuando se escribe esta crónica…»
Continúa la narración refiriéndose a las principales actuaciones de los citados señores que consistió en la ampliación de la Cueva, la construcción del retablo, altar y camarín a cargo de un artista murciano, habilitación de la Sacristía, poner el pavimento de mármol en la Ermita, colocar una columna cuadrangular sosteniendo una gran taza de cristal para recoger el agua que manaba del techo, depositándose en un algibe que sustituyó a los antiguos cocios.
Por ser histórico y ejemplar constatamos los hechos que tuvieron lugar durante la Guerra Civil en los que coinciden las memorias de los coetáneos en que por iniciativa del alcalde de Calasparra, Don José Soler Gomariz fueron tapiados los accesos del Santuario para proteger sus imágenes. Pero temiendo que tales medidas no fueran suficientes organizó un grupo que a altas horas de la noche volvió al lugar y sacó de allí las imágenes, quedando confinadas, la Pequeñica o Aparecida, y el ángel que estaba en su trono, a los labradores del Olivarejo y la otra imagen, en las dependencias del Ayuntamiento que en aquello tiempos se situaba en donde hoy está la Residencia de la Tercera Edad en la plaza de la Constitución.
Obras de cerramiento de la Ermita.
Se van sucediendo Mayordomías y pequeñas obras que, no sólo mantienen las instalaciones del Santuario, sino que lo van mejorando sensiblemente. No obstante será a partir de la constitución de la llamada Comisión de Obras (1.944) cuando se produzca un nuevo despegue. Uno de sus componentes, el Sr. Rosique, deja constancia de ello en su libro precitado.
Es este entusiasta grupo el que decide dar el aspecto tan peculiar que presenta actualmente el Santuario y que tanto sorprende a sus visitantes, según conocemos por medio del citado señor:
«Se adoptó en su mampostería el de piedra vista, estilo Gaudí; con la misma piedra del monte, para su mimetismo y resultó muy agradable, con aplauso y elogio que nos sirvió de experiencia para proseguirlas, pero ya más refinadas, a pesar de no tener dirección técnica».
Hay que sumar a las obras descritas la colocación de los antiguos bancos de la Corredera, cedidos por el Ayuntamiento, en el interior del albergue, la construcción de un nuevo algibe en el lugar en donde estaba situada la columna con taza de cristal que recogía el agua que manaba del techo de la Cueva, así como unos evacuatorios, plantaciones de árboles, pavimentación del salón del primer piso del Santuario y sustitución de los antiguos balcones de madera por otros de hierro, procedentes de la casa número 26 de la calle Mayor de la Villa, en donde se contruyó un grupo Escolar de Niñas y hoy es la Universidad Popular.
La fecha exacta de la contitución de la Comisión de obras, cuyos miembros pasarían a engrosar la mayordomía, nos la da el Sr. Armand, era el 17 de Julio de 1.948. La apariencia que presentaba el Santuario en 1.965, así como la relación de sus instalaciones nos la relata el Sr. Rosique:
«La Ermita tiene una superficie de 250 metros cuadrados. Contiguo hay un gran albergue-refugio de idéntica capacidad, con piso de cemento y profusión de bancos y mesitas. Al otro lado, las múltiples dependencias, están repartidas en tres pisos. A continuación, subiendo una magnífica escalinata, otro albergue-refugio de las mismas características.
Hay un ermitaño con su familia, guardián perenne del Santuario, que lo enseña y que a él acuden. Tiene veinticinco habitaciones independientes con treinta camas completas y cocina capaz para cuarenta cubiertos con todo su menaje. Varios cuartos de aseo y duchas.
Tienen todas las dependencias y sus múltiples jardines y paseos con electricidad moderna y abundante, que por las noches resulta fantástico el contraste, iluminado el gran cenajo sobre la Ermita, río y frondoso arbolado. Hay profusión de mesitas y asientos por sus sitios ajardinados; agua en varias fuentes, además de la incomparable de la ermita para beber.»
La atención a los visitantes incluye una limpieza y orden constante que raya en la perfección que completan un panorama difícilmente superable. A todo ello, según opiniones, y a la intercesión de la Virgen de la Esperanza según otras (las más veraces y sólidamente fundamentadas), se debió que en el verano de 1.994 el Santuario no fuera pasto de las llamas cuando el fuego rondó sus inmediaciones y asoló gran parte de la riqueza forestal de Calasparra.
No hay un último proyecto para una Mayordomía, pero sí uno realizado y que reviste al Santuario de su primer y nunca olvidado fin como lugar mariano que es: la solemne Coronación Canónica de la Virgen, cuyo proceso tiene lugar en su festividad del año 1.996.
El 9 de julio de 1.967 se alcanza una de las metas por la que las distintas Mayordomías habían venido luchando, lograr un acceso cómodo y seguro para los grandes turismos. Se consigue una carretera de ochos metros de calzada en su ensanche total, por seis metros asfaltada, suprimiéndose curvas y rebajando pendientes. Acaba esta fase con el arco que aún da acceso al Santuario en el que se lee la fecha de 1.968.
La afluencia de visitantes y su generosidad han permitido emprender a las últimas Mayordomías obras más ambiciosas y espectaculares año tras año, entre las que podemos citar: la finalización del mencionado restaurante de una calidad extraordinaria tanto en sus instalaciones como en su oferta gastronómica, la desconcentración de servicios de atención a los visitantes por todo el entorno del Santuario, el aumento notabilísimo de las plazas de aparcamiento para vehículos de todo porte, el incremento de zonas recreativas, las gestiones para disfrutar de una depuradora de alta tecnología, la iluminación monumental del Cenajo y de la Ermita, la mejora de las distintas terrazas y los servicios de las mismas, las reformas hechas en la antigua hospedería, la habilitación de un espacioso salón para usos múltiples al acceder al recinto, la restauración del retablo, etc, etc.
Restauración de las Sagradas Imágenes
El día 7 de febrero del 2002, se llevaron a los talleres de Restauración de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, las sagradas imágenes de Nuestra Señora de la Esperanza, con el fín de su restauración ya que con el paso del tiempo se encontraban muy dañadas y frágiles, reintegrándose de nuevo en nuestro Santuario, el día 7 de abril (tiempo total de dos meses). Los costos de tan grande actuación sobre las Imágenes fueron asumidos íntegramente por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
La restauración consistió en :
- Limpieza mecánica.
- Sentado de color.
- Arreglo de grietas y colocación de toledanas.
- Limpieza físico-química.
- Arreglo de enlienzado; inyección de espuma de poliuretano expandido.
- Estucado de carencias.
- Preparación para el dorado.
- Reintegración cromática diferenciada.
- Dorado al agua con oro fino, 22 kt.
Proyección final.
Las Sagradas Imágenes fueron entregadas por el Excmo. señor Consejero de Educación y Cultura, D. Fernando de la Cierva, al Presidente de la Fundación del período 2001-2005, D. Juan Martínez Moreno. Al acto asistieron también el Iltmo. señor Director General de Cultura, Iltmo. señor Alcalde de Calasparra, varios Diputados de la Asamblea Regional, la Mayordomía, Presidente y Secretario del Consejo Consultor, Concejales del Iltmo. Ayuntamiento de Calasparra, y el Pueblo de Calasparra.
El acto comenzó con una Romería extraordinaria desde Calasparra al Santuario, Misa de bienvenida a Nuestra Señora de la Esperanza, discursos, reconocimientos, agradecimientos y finalmente, firma del acta de entrega.
¿Cuándo se fundó el Santuario de la Esperanza?
La fecha de la fundación data de 1989, aunque fue inscrita formalmente en 1990
¿Dónde se encuentra el Santuario de la Esperanza?
Se encuentra en Calasparra, en el margen del río Segura, aguas abajo del embalse del Cenajo.
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